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.Y le dije:  ¿Por qué motivo, ¡oh mi señor y soberano! no se usa aquíla silla de montar? ¡Es un objeto tan cómodo para ir a cabállo! ¡Y adernas aumenta el dominio del jinete!Sorprendióse mucho de mis palabras el rey, y me preguntó:  ¿Pero en qué consiste una silla de montar?¡Se trata de una cosa que nunca en nuestra vida vimos! Yo lo dije:  ¿Quiéres, entonces, que te confeccioneuna silla para que puedas comprobar su comodidad y experímentar sus ventajas? Me contestó:  ¡Sin du-da!Dije que pusieran a mis órdenes un carpintero hábil y le hice trabajar a mi vista la madera de una sillaconforme exactamente, a mis indicaciones.Y permanecí junto a él hasta que la terminó.Entonces yo mis-mo forré la madera de la silla con lana y cuero, y acabé guarneciéndola alrededor con bordados de oro yborlas de diversos colores.Hice que viniese a mi presencia luego un herrero, al cual le enseñé el arte deconfeccionar un bocado y estribos; y ejecutó perfectamente estas cosas, porque no le perdí de vista un ins-taute.Cuando estuvo todo en condiciones, escogí el caballo más hermoso de las cuadras del rey, y le ensillé yembridé, y le enjaecé espléndidamente, sin olvidarme de ponerle diversos accesorios de adorno, como lar-Este documento ha sido descargado dehttp://www.escolar.com gas gualdrapas, borlas de seda y oro, penacho y collera azul.Y fui en seguida a presentárselo al rey, que loesperaba con mucha impaciencia desde hacía algunos días.Inmediatamente lo montó el rey, y se sintió tan a gusto y le satisfizo tanto la invención, que me probó sucontento con regalos suntuosos y grandes prodigalidades.Cuando el gran visir vio aquella silla y comprobó su superioridad, me rogó que le hiciera una parecida.Yyo accedí gustoso.Entonces todos los notables del reino y los altos dignatarios quisieron asimismo teneruna silla, y me hicieron la oportuna demanda.Y tanto me obsequiaron, que en poco tiempo hube de con-vertirme en el hombre más rico y considerado de la ciudad.Me había hecho amigo del rey, y un día que fui a verle, según era mi costumbre, se encaró conmigo, yme dijo:  ¡Ya sabes, Sindbad, que te quiero mucho! En mi palacio llegaste a ser como de mi familia, Y nopuedo pasarme sin ti ni soportar la idea de que venga un día en que nos dejes.¡Deseo, pues, pedirte una co-sa sin que me la rehuses! Contesté:  ¡Ordena, ¡oh rey! ¡Tu poder sobre mi lo consolidaron tus beneficios yla gratitud que te debo por todo el bien que de ti recibí desde mi llegada a este reino! Contestó él:  Deseocasarte entre nosotros con una mujer bella bonita, perfecta, rica en oro y en cualidades, con el fin de queella te decida a permanecer siempre en nuestra ciudad y en mi palacio.¡Espero, pues, de ti, que no rechacesmi ofrecimiento y mis palabras!Al oír aquel discurso quedé confundido, bajé la cabeza y no pude responder de tanta timidez que me em-bargaba.De manera que el rey me preguntó:  ¿Por qué no me contestas, hijo mío? Yo repliqué:  ¡Oh reydel tiempo, tus deseos son los míos y en mí tienes un esclavo!- Al punto envió él a buscar al kadí y a lostestigos, y acto seguido dióme por esposa a una mujer noble de alto rango, poderosamente rica, dueña depropiedades edificadas y de tierras, y dotada de gran belleza.Al propio tiempo, me hizo el regalo de un pa-lacio completamente amueblado, con sus esclavos de ambos sexos y un tren de casa verdaderamente regio.Desde entonces viví en medio de una tranquilidad perfecta y llegué al límite del desahogo y el bienestar.Y de antemano me regocijaba, la idea de poder un día escaparme de aquella ciudad y volver a Bagdad conmi esposa, porque la amaba mucho, y ella también me amaba, y nos llevábamos muy bien.Pero cuando elDestino dispone algo, ningún poder humano logra torcer su curso.¿Y qué criatura puede conocer el porve-nir? Aun había yo de comprobar una vez más ¡ay! que todos nuestros proyectos son juegos infantiles antelos designios del Destino.Un día, por orden de Alah, murió la esposa de mi vecino.Como el tal vecino era amigo mío, fui a verle ytraté de consolarle, diciéndole:  ¡No te aflijas más de lo permitido, ¡oh vecino mío! ¡Pronto te indemnizaráAlah, dándote una esposa mas bendita todavía! ¡Prolongue Alah tus días! Pero mi vecino, asombrado demis palabras, levantó la cabeza y me dijo: ¿Cómo puedes desearme larga vida cuando bien sabes que sólotengo ya una, hora de vivir7' Entonces me asombré a mi vez y le dije:  ¿Por qué hablas así, vecino mío, y aqué vienen semejantes presentimientos? ¡Gracias a Alah, eres robusto y nada te amenaza! ¿Pretendes, pues,matarte por tu propia mano? Contestó:  ¡Ah! Bien veo ahora tu ignorancia acerca de los usos de nuestropaís.Sabe, pues, que la costumbre quiere que todo marido vivo sea enterrado vivo con su mujer cuando ellamuere, y que toda mujer viva sea enterrada viva con su marido cuando muere él.¡Es cosa inviolable! ¡Y enseguida debo ser enterrado vivo ya con mi mujer muerta! ¡Aquí ha de cumplir tal ley, establecida por losantepasados, todo el mundo, incluso el rey!Al escuchar aquellas palabras, exclamé:  ¡Por Alah, qué costumbre tan detestable! ¡Jamás podré confor-marme con ella!Mientras hablábamos en estos términos, entraron los parientes y amigos de mi vecino y se dedicaron, enefecto, a consolarle por su propia muerte y la de su mujer.Tras de lo cual, se procedió a los funerales.Pu-sieron en un ataúd descubierto el cuerpo de la mujer, después de revestirla con los trajes más hermosos yadornarla, con las más preciosas joyas.Luego se formó el acompañamiento; el marido iba a la cabeza de-trás del ataúd, y todo el mundo, incluso yo, se dirigió al sitio del entierro.Salimos de la ciudad, llegando a una montaña que daba sobre el mar.En cierto paraje vi una especie depozo inmenso, cuya tapa de piedra levantaron en seguida.Bajaron por allá el ataúd donde yacía la mujermuerta adornada con sus alhajas; luego se apoderaron de mi vecino, que no opuso ninguna resistencia; pormedio de una cuerda le bajaron hasta el fondo del pozo, proveyéndole de un cántaro con agua y siete panes.Hecho lo cual, taparon el brocal del pozo con las piedras grandes que lo cubrían, y nos volvimos por dondehabíamos ido [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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