[ Pobierz całość w formacie PDF ]
.Vivir en el establo de otro agricultor sólopodía soportarse en caso de urgente necesidad, pero nadie que tuviera un mínimo de dignidad seríacapaz de quedarse un día más de lo necesario. ¿Y qué harán cuando regresen a su casa?  preguntó Gran.No les queda una migaja que llevarsea la boca.Por eso vaticinó que se quedarían con nosotros hasta la primavera.Mi padre comentó que la destartalada casa de los Latcher no resistiría la inundación y que no tendríanningún lugar al que regresar.Además, no disponían de camión ni de ningún otro medio de transporte.Se habían estado muriendo de hambre en sus tierras a lo largo de los diez años anteriores; ¿a qué otrolugar se podían ir?El comentario deprimió un poco a Pappy.Mi madre se limitaba a escuchar, pero en determinado momento dijo que los Latcher no eran la clasede gente capaz de avergonzarse por el hecho de vivir en el establo de otras personas.Y, además,manifestó su preocupación por los niños, no sólo por los obvios problemas de salud y alimentaciónsino también por su educación y su desarrollo espiritual.La predicción de Pappy a propósito de una pronta partida se discutió en torno a la mesa, y al final fuerechazada.Tres contra uno.O cuatro, si se contaba mí voto. Lo superaremos  aseguró Gran.Tenemos comida suficiente para alimentarnos y alimentarlos aellos durante todo el invierno.Están aquí, no tienen ningún otro sitio adonde ir, y nosotros cuidaremosde ellos.Nadie parecía dispuesto a discutir con ella. Por algo nos ha dado Dios un huerto tan fecundo  añadió, asintiendo con la cabeza en dirección ami madre.Jesús nos dice en el Evangelio de san Lucas: «Invitad a los pobres, los tullidos, los cojosy los ciegos y tendréis la dicha de que no puedan pagaros, porque así seréis recompensados.» Mataremos dos cerdos en lugar de uno  dijo Pappy.Y tendremos carne en abundancia para todoel invierno.La matanza del cerdo tendría lugar a principios de diciembre, cuando el aire era frío y las bacteriasmorían.Cada año se mataba un cerdo de un disparo en la cabeza y después se hervía en agua, secolgaba de la rama de un árbol junto al cobertizo de las herramientas, se destripaba y se troceaba enmil piezas.De él procedían el beicon, el jamón, el lomo, los embutidos y las chuletas.Se aprovechabatodo, incluidos los sesos, los pies y la lengua.«Todos menos el chillido», era la frase que yo habíaoído decir toda la vida.El señor Jeter, que vivía al otro lado del camino, era un carnicero estupendo.Supervisaba la matanza y después se encargaba de retirar las partes más delicadas.A cambio de sutrabajo, recibía una cuarta parte de las mejores piezas.164 John Grisham LA GRANJAMi primer recuerdo de la matanza de un cerdo era la de un niño corriendo hacia la parte de atrás de lacasa para vomitar.Pero con el tiempo me acostumbré y la esperaba con ansía.Si querías comer jamóny beicon, tenias que matar un cerdo.Sin embargo, haría falta algo más que dos cerdos para alimentar alos Latcher hasta la primavera.Eran once, incluyendo al bebé, que en aquellos momentos estabaviviendo a base de helado de vainilla.Mientras hablábamos de ellos, empecé a soñar con el día en que nos trasladáramos al norte.El viaje me parecía cada vez más atractivo.Los Latcher me caían simpáticos y me enorgullecía de quelos hubiéramos rescatado.Sabia que, en nuestra calidad de cristianos, teníamos que ayudar a lospobres.Lo comprendía muy bien, pero no acertaba a imaginar un invierno entero con todos aquellosniños correteando por nuestra granja.Pronto comenzarían las clases.¿Irían los Latcher conmigo?Puesto que serían nuevos en la escuela, ¿estaría obligado a acompañarlos en un recorrido por eledificio para que lo conocieran? ¿Qué pensarían mis amigos? No veía en todo ello más quehumillación.Además, ahora que vivían con nosotros, el gran secreto no tardaría en divulgarse.Ricky sería señaladocomo el padre.Pearl acabaría adivinando adónde iba a parar todo aquel helado de vainilla [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • igraszki.htw.pl