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.Era un joven hindú linfático y medioimbécil que se pasaba la vida en silencio casi absoluto, ya que hablaba un dialecto manipur que nadieentendía, ni siquiera su esposa, que era de la raza zerbadi.Además, tenía la lengua un poco grande para el tamaño de su boca.Le hizo una profunda reverencia a Flory, puliéndose la cara con una mano, y luegosiguió su trabajo.Un agudo grito que sonaba como  ¡Kwaaa! llegó de las dependencias de la servidumbre.Las mujeres deKo S'la habían empezado su cotidiana pelea matutina.El gallo de pelea domesticado, que se llamabaNerón, bajaba haciendo zig-zags por e! Sendero, asustado de Flo, y Ba Pe apareció con un tazón de arrozcon el cual alimentó a Nerón y a las palomas.Siguieron oyéndose gritos de las mujeres y voces de loshombres que trataban de acabar con la trifulca.Ko S'la sufría mucho con sus esposas.Ma Pu, su primeramujer, era de facciones duras y sus frecuentes partos la habían secado, mientras que Ma Yi, la  mujercita ,era tina especie de gata gorda y perezosa algunos años más joven que Ma Pu.Las dos mujeres luchaban sincesar en cuando Flory se marchaba.Una vez, cuando Ma Pu perseguía a Ko S'la con un bambú en la mano,el marido se refugió detrás de Flory para que éste le protegiese, y el amo recibió el palo dirigido a sucriado.Un golpe que le dejó dolorida mucho tiempo una pierna.Macgregor subía por la carretera a buen paso balanceando en una mano un pesado bastón.Vestía camisacaqui, shorts de dril y un topi en la cabeza.Además de sus ejercicios de gimnasia, daba todas las mañanas por lo menos, siempre que podía un paseo de dos millas andando lo más rápidamente posible.  ¡Te deseo una mañana sensacional!  le gritó Macgregor a Flory en una voz jovial y matutina,cuidándose de emplear el acento irlandés.A aquella hora de la mañana ponía especial empeño en tomar unaactitud muy viva, de hombre activo y enérgico recién salido de una ducha fría.Además, el injurioso ar-tículo de El Patriota Birmano que había leído la noche anterior, le había herido y se esforzaba en exagerarel tono despreocupado para ocultar su turbación.  ¡Buenos días!  respondió Flory lo más cordialmente que pudo. ¡Este grandísimo sinvergüenza! , pensó mientras veía alejarse a Macgregor carretera arriba.El traserose le pegaba de un modo ridículo a los shorts de color caqui, que le estaban demasiado pequeños.Tenía elaspecto de uno de esos jefes de boy scouts, de edad madura y homosexuales casi todos ellos, que se puedenver en las fotografías de las revistas.¡Qué estupidez vestirse de un modo tan ridículo y enseñar sushuesudas rodillas sólo para demostrar que ejerce sus derechos de pukka sahib haciendo ejercicio antes dedesayunar! ¡Un asco!Un birmano subía por la colina, como una mancha de blanco y magenta en movimiento.Era el empleadode Flory, que venía de la minúscula oficina, la cual no se hallaba lejos de la iglesia.Al llegar a la puerta dela cerca saludó y le tendió a su jefe un grasiento sobre sellado, a estilo birmano, en el pico del cierre.  Buenos días, señor.  Buenos días.¿Qué ocurre?  Carta local, excelencia.Vino en el correo de la mañana.Carta anónima, creo, señor.  ¡Bah! Muy bien; iré a la oficina a eso de las once.Flory abrió la carta.Estaba escrita en una hoja pequeña de papel, y decía: Señor John Flory:Señor, yo, el abajo firmante, deseo que se me permita sugerir y comunicar a Vuestra Excelencia ciertasinformaciones que serán de gran provecho para Vuestra Excelencia.Señor, se ha notado en Kyauktada la gran amistad e intimidad que tiene Vuestra Excelencia con el doctorVeraswami, el cirujano civil, lo mucho que lo visita y que lo invita Vuestra Excelencia a su casa, etc.Señor, deseamos informarle de que el tal doctor Veraswami no es buena persona y de ningún modo merecela amistad de los caballeros europeos.El doctor es eminentemente deshonesto, desleal y un funcionariopúblico muy corrompido.En el hospital receta a sus clientes agua teñida y vende drogas en provechopropio, aparte de cometer muchas cosas delictivas.A dos presos los ha vapuleado con bambúes,martirizándolos después, aun más si los parientes de las víctimas no le envían dinero.Por si fuera poco, estácomprometido con el Partido Nacionalista y últimamente proporcionó los datos que sirvieron para el pérfido artículo que apareció en El Patriota Birmano atacando al señor Macgregor, el muy honorablecomisario  delegado.Por lo tanto, tenemos gran esperanza de que Vuestra Excelencia apartará de su lado al dicho doctorVeraswami y no se reunirá más con persona que sólo puede perjudicar la buena fama de VuestraExcelencia.Y siempre rezaré por que Vuestra Excelencia tenga salud Y prosperidad.UN AMIGO.La carta estaba escrita con la letra redondilla   aunque temblona  del escribano del bazar y parecía unapágina de caligrafía infantil copiada por un borracho.Sin embargo, era evidente que muchas palabras de lacarta no podrían habérsele ocurrido al escribano.Tenía que haberla dictado algún empleado, y sin dudaalguna el que la había escrito era U Po Kyin. Es el cocodrilo , se dijo Flory.No le gustó el tono de la carta.Bajo su apariencia de servilismo había una amenaza oculta.Lo que enrealidad venía a decir era:  Sepárate del doctor o te haremos la vida imposible.Pero, en fin, aquello nopodía importar mucho; ningún inglés se considera en verdadero peligro con un oriental.Flory, con la carta en la mano, estuvo vacilando.Hay dos cosas que se pueden hacer con una cartaanónima.No decir nada de ella o enseñársela a la persona a quien afecta.Lo indicado y decente era darle lacarta al doctor Veraswami y dejar que él diera los pasos que creyese convenientes.Sin embargo, lo más prudente parecía mantenerse fuera de este asunto.Es muy importante no dejarse liaren las peleas de los nativos (quizás sea éste el más importante de los diez mandamientos del pukka sahib).Con los hindúes no debe haber lealtad ni verdadera amistad.Afecto, incluso amor., ¿por qué no? Losingleses les toman cariño con frecuencia a los hindúes funcionarios nativos, guardabosques, cazadores,oficiales de las tropas de color, criados.Los sepoys lloran como niños cuando su coronel se retira.Inclusola intimidad física está permitida, en ciertos casos, con las mujeres nativas.Pero la alianza, tomar partidopor ellos, comprometerse en sus asuntos intestinos, ¡eso nunca! Constituye una pérdida de prestigio para uninglés incluso el simple hecho de saber a conciencia quién tiene razón en una pelea nativa.Pensó Flory que si publicaba la carta se promovería un escándalo y una investigación oficial, y, enverdad, lo que a él le apetecía era ponerse de parte del doctor contra U Po Kyin.No es que importase U PoKyin, pero no había que olvidar a los europeos; si él, Flory, se ponía de un modo demasiado evidente departe del médico, tendría que pagar las consecuencias.Era preferible hacer como si no hubiera recibido lacarta.El médico era un buen hombre, pero llegar a convertirse en su defensor y arrostrar por ello ladesencadenada furia de todos los pukka sahibs., ¡de ninguna manera! ¿De qué le puede servir a un hombresalvar su alma y perder a todo el mundo? Flory empezó a romper la carta.En realidad, el peligro de darla ala publicidad era muy leve, algo nebuloso.Pero en la India hay que tener cuidado con los peligrosnebulosos.El prestigio, que, es el aliento de la vida, no es en esencia más que una nebulosa [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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