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.Sabía que estaban solos en el molino, y se reprendió a sí mismapor ser tan insegura.Cuando llegó a la salida, su aprensión había crecido de talmanera que no pudo reprimir el impulso de girarse y alumbrar la habitación quehabía tras ella.Las sombras cubrían la maquinaria tenebrosamente como en unacasa encantada de feria.Holly iluminó cada rincón, pero no vio nada oculto.Sinembargo, alguien podía esconderse en cualquier parte del molino, y Hollyconsideró la posibilidad de recorrer las ruinas en busca de un intruso.De pronto se sintió estúpida, asustadiza.Mientras abandonaba el molino sepreguntó qué había sido de la intrépida reportera.El sol estaba tras las montañas.El cielo era púrpura y tenía un profundo azuliridiscente semejante al de los cuadros de Maxfield Parrish.Unos cuantos saposcroaban desde sus oscuros escondites a lo largo de la charca.Bordeó el agua, pasó junto al granero y se dirigió hacia la puerta trasera de lacasa, sin que la abandonara la sensación de ser observada.Sin embargo, a pesarde que era posible que alguien se ocultara en el molino, no era probable que unbatallón de espías se hubieran pertrechado en el granero, los camposcircundantes, y las distantes colinas con la intención de observar cada movimientode Holly. ¡Idiota!  se dijo a sí misma al tiempo que utilizaba las llaves de Jim paraabrir la puerta trasera.Aunque tenía la linterna, encendió el interruptor de la luz inconscientemente.Se sorprendió al descubrir que la electricidad todavía estaba conectada.Sin embargo, se sintió aún más sorprendida por lo que la luz reveló: una cocinacompletamente amueblada.Una mesa y cuatro sillas estaban situadas junto a laventana.Pucheros y cazos de cobre colgaban de un accesorio del techo, y un es-tante doble con cuchillos y otros utensilios colgaban de la pared cerca de la cocina.Una tostadora, un horno y una batidora reposaban sobre unos anaqueles.Habíauna lista de la compra de quince artículos sujeta al frigorífico mediante un imán conla forma de una lata de Budweiser.¿Acaso Jim no se había desprendido de las pertenencias de sus abueloscuando éstos murieron cinco años atrás?Holly recorrió con el dedo uno de los anaqueles, dibujando una línea en la finacapa de polvo.El polvo acumulado no tenía más de tres meses.Después de utilizar el cuarto de baño adyacente a la cocina, recorrió el pasillo ypasó a través del comedor y la sala de estar, donde el mobiliario también estabacubierto por una ligera capa de polvo.Algunos cuadros colgaban torcidos de lapared.Tapetes de ganchillo cubrían los respaldos y brazos de los sillones.El altocarillón llevaba mucho tiempo sin funcionar.En la sala de estar encontró unaestantería atestada de revistas, y en el interior de una vitrina de caoba, algunosobjetos brillaban tenuemente bajo la fina capa de polvo que los recubría.El primer pensamiento de Holly fue que Jim había dejado la casa amuebladapara poder alquilarla mientras buscaba un comprador.Sin embargo, de una de lasparedes de la sala de estar colgaban unas fotografías enmarcadas de 8 por 10centímetros que no habrían sido abandonadas a merced de un inquilino: el padre de Jim a los veintiún años; el padre y la madre de Jim vestidos con sus trajes deboda; Jim a los cinco o seis años, con sus padres.La cuarta y última fotografía era un retrato en el que aparecían los rostros deuna pareja de agradable aspecto que tendrían cincuenta y tantos años.El hombreera fornido, con rasgos vigorosos, inconfundiblemente Ironheart; la mujer tenía unabelleza masculina, y los rasgos de su rostro también podían observarse en Jim y supadre.Holly no tuvo ninguna duda de que eran los abuelos paternos de Jim: Lena yHenry Ironheart.Lena Ironheart era la mujer cuyo cuerpo habitó Holly en el sueño de la pasadanoche.Reconoció su ancho rostro, despejado, sus ojos separados, sus labiosgruesos, su cabello rizado y un pequeño lunar en la mejilla izquierda.Aunque Holly había descrito aquella mujer detalladamente, Jim no la habíareconocido.Tal vez no considerara que tuviera los ojos separados, o que sus labiosfueran gruesos quizá su cabello natural no era rizado, sino liso.No obstante, Jimtendría que haber recordado aquel lunar inconfundible incluso después de cincoaños tras la muerte de su abuela.La sensación de ser observada la acompañó al entrar en la casa.Cuandocontempló el rostro de Lena Ironheart en la fotografía, se sintió aún más observada.Holly se dio la vuelta bruscamente y recorrió la sala de estar con la mirada.Estaba sola.Se dirigió presurosamente hacia el umbral y cruzó el vestíbulo.No había nadie.Una escalera de caoba oscura conducía al segundo piso.El polvo que cubría labarandilla y la pilastra de la escalera se hallaba intacto: ni rastro de huellasdigitales.Elevando la mirada hacia el primer rellano, Holly dijo: ¿Hola?Su voz sonó extraña en medio de la casa vacía.Nadie le respondió.Vacilante, empezó a subir la escalera [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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